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TRAINER360

lunes, 21 de marzo de 2016

El propósito de tu vida

Conversaba con un amigo, a quien llamaré Pedro, el cual me decía que su vida laboral en el último año había dado un vuelco tremendo. Por las cosas que le estaban sucediendo, sentía que había perdido el norte y se cuestionaba si seguir haciendo lo mismo o cambiar profesionalmente de rumbo. Sin embargo, esto último tampoco le resultaba tan fácil, pues había hecho un par de intentos hasta ese momento sin obtener mucho avance. Pedro no lograba descubrir qué era lo que realmente le apasionaba y le hacía vibrar. Constantemente se preguntaba cuál era su propósito en la vida y si es que realmente todos tenemos uno.

Indagando un poco más en sus sentimientos, caímos en la cuenta de que él consideraba que tener una misión en la vida estaba asociado con algo místico, que tenía que ser algo trascendental, espiritualmente hablando. Pedro asociaba misión de vida con personajes como la Madre Teresa de Calcuta o Nelson Mandela, quienes pusieron su vida al servicio de la humanidad. O quizás con personas un poco menos públicas, pero que después de haber pasado por alguna experiencia dolorosa han hecho de estas una vía para su desarrollo espiritual y han puesto su aprendizaje al servicio de otros. Mi amigo no sentía que cumplía con ninguno de estos “requisitos”.

Creo que en estos tiempos que corren, en los que tanto se está hablando de conectarnos con nuestro propósito de vida, estoy seguro de que más de uno se ve reflejado en la situación de Pedro. Sin embargo, a mi entender, conectarnos con nuestro propósito no se trata de hacer algo extraordinario, sino de descubrir nuestros dones y talentos naturales, esos que todos tenemos y cuya combinación nos hace ser únicos e irrepetibles, para convertirlos en los cimientos sobre los cuales edificamos nuestra vida.

A continuación comparto contigo las claves que le brindé a mi amigo y que le ayudaron a clarificar su mente y a enfrentar sus dudas.

1.- ¿Qué haces muy bien?

En lugar de enfocarte en tus debilidades, refuerza aquellos aspectos que te gustan de ti, aquello que sabes hacer, y piensa en tus supuestas debilidades como oportunidades de mejora. Piensa en ¿qué aspectos te hacen único? Quizás esa “debilidad” que tanto te perturba puedas convertirla en una gran fortaleza cuando descubras el modo de usarla a tu favor. También resulta más productivo y satisfactorio reconocer nuestras cualidades positivas y enfocarnos en ellas, que esforzarnos por destacar en un área que no es nuestro fuerte.

2.- ¿Cómo lo haces?

Constantemente estamos ejecutando una cantidad de tareas y obteniendo sencillos logros que involucran una cantidad de competencias de nuestra parte, sin embargo, la mayoría de las veces pasamos por alto este hecho, pues lo hacemos de manera casi automática. Al hacerte consciente de tus habilidades, puedes convertirlas en un pilar fundamental para el logro de tus deseos y por ende hacer que tu vida adquiera un propósito.

3.- ¿Qué te hace feliz como individuo?

En lugar de ser nosotros mismos, nos hemos transformado en la persona que creemos que “deberíamos ser”, ajustando nuestras expectativas de la vida según lo que se espera de nosotros en los roles que desempeñamos día a día: madre/padre, amigo, colega, jefe, hermano, hijo, etc. Dejamos muy poco espacio en nuestras vidas para conectarnos con las cosas que realmente nos gustan y emocionan. No obstante, tu propósito está directamente relacionado con lo que te gusta.

¿Te gusta leer, escribir, practicar algún deporte, cantar o pintar? O quizás ¿hacer negocios, vender, conversar, escuchar o cocinar? Cualquier cosa que te fascine hacer es una pista segura para que descubras tu propósito. Recordar qué te gustaba hacer cuando eras niño es también un buen principio para conectarte con tu misión de vida.

4.- Hagas lo que hagas, o para quien lo hagas, lo importante es que lo disfrutes

Para vivir tu propósito no tienes que ser el dueño de tu propia empresa, o crear un producto que revolucione a la humanidad como lo hicieron Steve Jobs o Mark Zuckerberg. Lo importante es que la actividad que desempeñes te motive lo suficiente para que des lo mejor de ti y desarrolles tu verdadero potencial.

¡No todo es trabajo!

Puedes hacer lo que te apasiona en otros ámbitos de tu vida, si te gusta cocinar, disfruta haciéndolo para tus familiares y amigos. Si sientes placer creando con tus manos, haz cosas para tu casa o para regalar a los amigos. Lo importante es que hagas aquello que te enriquece como individuo y te convierte en un mejor ser humano. Permitiendo así que tu verdadero Ser se manifieste. Esto no solo te beneficia a ti, sino que la armonía que experimentas en tu vida la extiendes hacia todo y todos los que te rodean. Así no solo pones tus talentos a tu servicio, sino también al de la humanidad.

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